La Educadora Social, figura de la profesional que acompañará en este proceso.
Todo empieza en el interior de la persona, aplicando dos aspectos fundamentales:
- Fluir, tener la capacidad de saber guiar la propia vida, de mejorarla y enriquecerla, saber lo que realmente queremos, sin bloqueos, ni barreras. La conducción de sí mismo, el poder de decidir y actuar.
- Influir, ayudar a las personas con las que interactuamos, inspirando sus mentes y sus corazones, para que amplíen su visión y sus posibilidades, enciendan su alma, y así motivarlos a realizar cambios permanentes.
«Fluir para influir» e «influir para fluir». Cuando el adolescente y su familia confluyen, están listas para empezar a ir hacia una misma dirección, con abundancia, como si se tratara de una corriente de agua.

Aunque diariamente me enfrento a situaciones complejas me produce una satisfacción personal muy importante porque todo acaba saliendo bien.
Una gota de agua rompe una piedra no por su fuerza sino por su constancia.

Son muy valiosos aquellos momentos en los que las personas con las que trabajo descubren su potencial a veces escondido por una sociedad que rechaza sistemáticamente las maneras de funcionar diferentes. Ver que eres capaz, es un gran momento en la vida de las personas.
Cada persona a la que atiendo tiene un proceso diferente y su propio ritmo, y en general, los procesos o las decisiones que esperamos que se generen, tanto la familia como yo, son a largo plazo y hay que ser pacientes.
Esta labor hace que tenga una reflexión continua de mí misma y supone además, el ejercicio de mirar el mundo, nuestro entorno y a las personas de forma diferente y, lo mejor de todo, supone una posibilidad de mejorarlas.

Gracias a Sara fui consciente de lo que verdaderamente merece la pena y pude salir de ese callejón sin salida.
Tenía muchos problemas familiares, me odiaba a mí misma, me autolesionaba, tuve una relación muy tóxica y tenía mala conducta, ella me ayudó a cambiar poco a poco, para mí era imposible, ya que no tenía esperanza ninguna, pero me dí cuenta de que si podía.
Ayuda a florecer y dar fruto.
Sara trabaja con jóvenes que tienen diferente tipos de problemas, sean en casa, en la escuela, instituto o en la calle.
Mi experiencia fue muy buena, me ayudó a ver que no estoy yo solo con mis dificultades, pude tener amistades nuevas con la ayuda de una educadora social que realmente quería lo mejor para mi vida.
Consigue que las sesiones fluyan y te lo pases bien.
La idea de empezar la intervención me aterraba, pero desde el primer día que la conocí, Sara me dió la confianza y la seguridad para no sentirme incómoda. Cabe destacar que a pesar de ser muy diferentes los unos de los otros Sara era capaz de unirnos a todos como una verdadera familia.
Me motivo a buscar ese algo con lo que sentir que valía la pena quererse y cuidarse a uno mismo.
En el pasado le di valor a ciertas cosas que igual no lo merecían, cosas como pasar el tiempo sintiendo efectos de las drogas, dependiendo de lo que sucediera sin ser capaz de decidir.
Sara fue un soporte anímico y logístico en el proceso que me aportó tranquilidad, confianza, alegría y dirección en momentos tremendamente duros, y que particularmente nos permitieron llegar a la siguiente fase del recorrido.
¡Inmensamente agradecida para siempre!
Una persona joven, con entusiasmo en todo lo que hace y con ganas de aportar tanto que al final, lo consigue.
Me encontraba bastante perdida en mi vida, de primeras supo meterme en las sesiones y al ir conociéndonos me hizo ver qué era lo que realmente me gustaba y cómo tenía que hacerlo.
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